
Desde hace un par de años, el mundo está más loco que nunca. La pandemia nos cambió, después vinieron las crisis: la económica, la de las materias primas, la crisis energética. Y ahora una maldita guerra.
Con el virus conocimos el miedo, abandonamos los abrazos y decidimos no tocarnos nunca más. Establecimos distancias de seguridad, nos escondimos detrás de mascarillas quirúrgicas, y convertimos nuestra sociedad en la sala de un laboratorio.
Después llegaron noticias que nos cabrearon: que si la economía entraba en recesión, que si estábamos en una emergencia climática, que si subían los precios… Daban ganas de sumergirse en el metaverso y pasarse al mundo virtual.
Ahora estamos en una guerra, para ser realistas, en muchas guerras, en guerras endemoniadas que seguimos a diario a través de los medios de comunicación. Sentimos miedo, pero también el impulso de continuar porque queremos, porque es importante. Porque la vida sigue. Estamos conectados a la vida. En Bodegas Arráez la vida es nuestro eslogan: somos “Mala Vida”, somos “Vividora” y “Vividor”, somos “Vivir sin Dormir”…
Tenemos un proyecto en marcha, una nueva bodega para disfrutar, os tenemos a vosotros, y trabajamos día a día para superar todas esas dificultades, todos esos virus, todas esas crisis…
Un año más, hemos llegado a la Navidad, y lo hemos hecho aún más convencidos de que tenemos el deber de disfrutar de la vida; la obligación de disfrutarla con todos. Porque somos tan hedonistas como nuestros vinos, y porque el vino nos apasiona.
En Bodegas Arráez no tenemos distribuidores, no tenemos proveedores, no tenemos comerciales. En Bodegas Arráez tenemos amigos: vividores, sibaritas, canallas, epicúreos, vitalistas, gamberros… Gente de la Mala Vida y del buen vivir.
Juntos hemos terminado un año, y juntos ahora empezamos otro. 365 días para reencontrarnos.
Felices fiestas, un fuerte abrazo.
Levantamos nuestras copas por todos vosotros.
¡Salud y larga vida!